Ya es viernes y nos proponen ir a un Rodeo. El chiste es el siguiente: desde las 9 de la noche hasta las cinco de la mañana salen al escenario varios grupos de Rancheras Norteñas en un recinto de 7000 personas distribuidas en mesas altas y en una pista de baile. Estas gentes llevan sombrero, botas marrones de punta, cinto con hebilla metálica de búfalo. Entre acto y acto, nos invitan a ver un espectáculo de rodeo en una pseudo plaza de toros. Siete personas en torno a una mesa con botellas de tequila reposado y jugo de limón, todo sin hielo, por los problemas estomacales. Ahí entra en escena C. Alonso, el primo. Un mejicanense rondando la treintena, de rasgos indios, flacuchento, pelo pincho, arquitecto. Tuvimos una plática de 7 horitas. Es punk como yo, le gusta mi música, le gusta el deporte como a mí y es un demonio. Educadísimo, gentil y vanidoso. Tenías razón, Tenor, no todos tienen bigote. Iremos un día a patinar mientras el resto se va a ver una corrida de toros en la Monumental Mexicana por el aniversario de la plaza, irán el Juli y el Cordobés, pero yo estaré patinando sobre el lago de los cisnes tomando la mezcla de jugos que nunca pudieras imaginar. Otro día iremos a hacer rappel, y otro a Querétano a supervisar una obra civil…..Pero esto ya es otra historia. Somnolencia. Primera lluvia cae sobre la ciudad. Me acercan hasta el hotel, C. Alonso se baja para abrirme la puerta. Un beso de despedida.
Foto. Edificio en la calle 5 de Mayo
Amarillo
Hace 17 años
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