Cómo explico esto. Llegué a Tula en camión (autobús) a la Central de Tula. Pregunté a oriundos cómo podía llegar a la zona arqueológica. Me dicen que caminando uffff:lejísimos. Un matrimonio me dice que me suba con ellos en el taxi y así nos sale más económico y no me timan. Me dejan a 100m de la entrada. A la entrada del párking le dejo el periódico que llevaba en la mano al hombre que me vende la entrada, porque me pareció buena gente y porque yo ya lo había leído. Cómo vió que yo también era buena persona, me presentó a Oscar, el guía del recinto. Al principio les acompañé, mientras nos explicaba el museo, pero después me fui a mi own way, ya que camino más rápido que ellos. Pasado un rato, me encuentro al Sr. Oscar haciendo una clase de relajación para la gente de su grupo turístico. Se acoplaron todos los visitantes que habían llegado hasta la cima. Un sol de justicia. Aunque llevé bloqueador solar, no pude evitar quemarme la espalda. Pero a pesar de este sol, caían finas gotas de aqua. Era delicioso. Regresé a la ciudad de Tula, esta vez caminando. Y se puede hacer, nada más que un kilometrito. O los mexicanos miden las distancias de forma diferente a mi o son un poco vogotes. Llegué a la Central de autobuses para regresar a DF y una señora me vendía su boleto porque ya había acoplado a su hija con un vecino que la llevaba a DF y ya no la tenía que acompañar. Pensé que me iban a timar, pero me fié, no todo el mundo es malo, no?. Eso si, me ahorré 2 pesitos. No sé si tiene que ver esta clase de relax o no, pero acto seguido, al subirme al autobús, una tromba de agua cayó del cielo. Tláloc, el Dios de la Lluvia actuó. Enhorabuena Sr. Oscar, sus plegarias han funcionado.
El taxista que me llevó desde el hotel hasta la Central de Autobuses del Norte de DF, el Sr. Don José, ya me reconoce, es la segunda vez que me lleva y se acordaba de mi y de mi plática, ahorita quiere que le consiga monedas o billetes españoles para coleccionar.
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